dimarts, 19 de febrer del 2013

El oso, la mona, y el cerdo (Tomás de Iriarte)


Un oso, con que la vida 
se ganaba un piamontés, 
la no muy bien aprendida 
danza ensayaba en dos pies.

Queriendo hacer de persona, 
dijo a una mona: «¿Qué tal?» 
Era perita la mona, 
y respondióle: «Muy mal».

«Yo creo», replicó el oso, 
«que me haces poco favor. 
Pues ¿qué?, ¿mi aire no es garboso? 
¿no hago el paso con primor?».

Estaba el cerdo presente, 
y dijo: «¡Bravo! ¡Bien va! 
Bailarín más excelente 
no se ha visto, ni verá!».

Echó el oso, al oír esto, 
sus cuentas allá entre sí, 
y con ademán modesto 
hubo de exclamar así:

«Cuando me desaprobaba 
la mona, llegué a dudar; 
mas ya que el cerdo me alaba, 
muy mal debo de bailar».

Guarde para su regalo 
esta sentencia el autor: 
si el sabio no aprueba, ¡malo!
si el necio aplaude, ¡peor!

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