Nadie ha inventado una representación más perfecta del cosmos
que la ruleta. Mientras gira la bola, giran también todos los interrogantes
que podamos hacernos sobre la condición humana.
Si la bola cae del número elegido, Dios existe y encontramos
una explicación para los diferentes enigmas del universo.
Si la bola nos traiciona, nos sentimos extraviados en un mundo sin sentido.
Pero el jugador apenas debe inmutarse con la existencia o inexistencia
de Dios, porque su deber como jugador, al igual que el nuestro como hombres,
es el de renovar la apuesta de manera que la certidumbre de la fragilidad
no impida la ilusión de la fortuna.
(Fragmento del Cap. 6 del libro "Visión desde el fondo del mar", Acantilado, 2010)
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada